La ajetreada vida diaria, el estrés, muchas veces el no llevar una alimentación adecuada… todos estos factores pueden tener como nexo común el ser causas para que una pareja no consiga concebir. Pero hay otras muchas que también pueden influir: las condiciones hormonales, los problemas en la función ovárica o la calidad del esperma, por solo poner unos ejemplos.
Esto hace que ante la imposibilidad de que la mujer quede embarazada se generen multitud de dudas acerca del origen de la situación. Es en este caso cuando un especialista puede ayudarnos.
Para ello, será preciso que la pareja se someta a diferentes pruebas que determinaran no solo si hay una causa objetiva que impida la reproducción, sino que también nos dará pistas sobre qué tipo de tratamiento personalizado es necesario aplicar o servirá para orienta a los pacientes hacia opciones que maximicen sus posibilidades de éxito y consigan el objetivo de hacer crecer la familia.
Las pruebas de fertilidad en mujeres
En uno de nuestros artículos, te hablamos sobre cómo la influencia de determinadas hormonas puede jugar un papel crítico en el ciclo reproductivo de una mujer.
Así, una de las primeras pruebas que el especialista solicitará será el análisis de la reserva ovárica, que mide la cantidad y la calidad de los óvulos disponibles de la mujer. Se suele incluir, también, la medición de la hormona antimülleriana (AMH), que arroja como resultado una estimación de la cantidad de óvulos que una mujer puede tener en sus ovarios en un momento determinado. Una prueba realmente importante para mujeres mayores de 35 años, que ya este factor, la reserva ovárica, es uno de los que suele verse afectados por la edad.
Otra prueba que puede solicitar el especialista es la monitorización de la ovulación. Es decir, determinar si una mujer está ovulando regularmente y en qué momento justo de su ciclo se realiza.
Además de estas, no podemos olvidarnos, como comentábamos anteriormente, de los análisis de las hormonas clave en este proceso: la hormona luteinizante (LH) y la hormona foliculoestimulante (FSH). Ambas juegan un papel fundamental en la estimulación de los folículos ováricos y en la liberación de los óvulos maduros.
Si estas dos hormonas no están armónicamente balanceadas, se puede ver afectado el ciclo menstrual y, por lo tanto, el proceso de ovulación, por lo que también podría afectar a las posibilidades de quedarse embarazada.
Las pruebas de fertilidad en hombres
Además de las pruebas femeninas, lo más probable es que un especialista también quiera realizar pruebas clínicas de fertilidad al hombre para determinar su función reproductiva. La primera de estas, y más común, es el análisis de semen, que examina la cantidad, calidad, movilidad y morfología del esperma. O, lo que es lo mismo, la capacidad que tienen los espermatozoides en ese momento para fertilizar un óvulo.
Igualmente, también existen pruebas hormonales masculinas, que son capaces de medir los niveles de testosterona, FSH y LH, hormonas que regulan e influyen en la producción de esperma y que, de estar desequilibradas, pueden afectar negativamente a la fertilidad masculina.
Si con estas pruebas no se encuentra un factor determinante que explique la causa que impide el embarazo, existen otro tipo de análisis, como los estudios genéticos, el análisis de enfermedades infecciosas o pruebas para evaluar la receptividad endometrial en las mujeres.
Una de las principales ventajas de someterse a pruebas clínicas de fertilidad es que permiten a los especialistas identificar el mejor tratamiento para cada pareja. Los resultados obtenidos proporcionan una base sólida para decidir entre opciones como la inducción de la ovulación, la inseminación artificial o la fertilización in vitro (FIV). Además, el diagnóstico permite a las parejas entender su situación de manera integral, lo que puede ser muy reconfortante en un proceso que a menudo está lleno de dudas e incertidumbre.
Contar con el apoyo de especialistas en fertilidad es crucial, ya que ellos pueden interpretar los resultados de las pruebas clínicas y proponer estrategias efectivas de acuerdo con las necesidades de cada pareja.